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Lucia Pulido

Cantante colombiana, posee una de las voces más ricas de la escena musical latinoamericana contemporánea. En su obra cultiva un estilo experimental elaborado a partir de las tradiciones musicales de Colombia y América Latina.

A través de una gama amplia de repertorios, Lucía exhibe una versatilidad vocal inusual que refleja un profundo conocimiento de las músicas que interpreta y de las posibilidades de su propia voz.

Ha sido invitada a cantar por instituciones de la talla de Carnegie Hall y Lincoln Center en Nueva York y ha participado en festivales en distintos lugares del mundo como Glatt Und Verkehrt en Austria, Usadba Jazz en Rusia, Jazz al Parque en Bogotá, Rudolstadt en Alemania y Hue en Vietnam, entre otros.

 

Ha participado en las películas Film ist. A girl and a gun del director austríaco Gustav Deutsh, Era o Hotel Cambridge de la directora brasilera Eliane Caffé, In Jackson Heights del documentalista Norteamericano Frederick Wiseman y But Beautiful del director austríaco Erwin Wagenhofer.

En 2022 participó en la obra Develaciones: Un Canto a los cuatro vientos comisionada para la entrega del informe de la Comisión de la Verdad en Colombia.

Es considerada como una de las artistas que ha dejado huella en la historia del jazz en Colombia.

Actualmente Lucía está trabajando en diversos proyectos que lidera con músicos en Nueva York, México, Europa y varios países de América Latina. Su extensa carrera artística incluye actuaciones en Estados Unidos, Asia, Europa, Canadá y Latinoamérica. En 2023 Lucía celebró 40 años de carrera profesional.

Lucía Pulido 

is a Colombian singer with one of the richest voices in the contemporary Latin American music scene. She possesses an experimental style based on traditional music from Colombia and Mexico.

By means of a wide range of repertory Lucía offers an unusual vocal versatility that reflects a profound knowledge of the music she interprets and of the possibilities of her own voice.

 

She has been invited by famed institutions such as Carnegie Hall and Lincoln Center in New York City and has participated in various festivals worldwide: Glatt Und Verkehrt in Austria, Usadba Jazz in Russia, Jazz al Parque in Bogotá, Hue Fest in Vietnam and Rudolstadt Festival in Germany, among others.

 

 

She has also participated in the following films: Film ist. A girl and a Gun by Austrian director Gustav Deutsh, Era o Hotel Cambridge by Brazilian director Eliane Caffé, In Jackson Heights by American documentalist Frederick Wiseman, and But Beautiful by Austrian director Erwin Wagenhofer.

In 2022 she was part of the performance Unveilings: A Song to the Wind, commissioned for the presentation of the Truth Commission Report in Colombia.

She is considered one of the artists that has left an imprint on the history of Jazz in Colombia.

 

Lucía is currently leading various projects with musicians in New York, Mexico, Europe and various Latin American countries. Her extensive artistic career includes performances in the United States, Asia, Europe, Canada, and Latin America. This year Lucía is celebrating 40 years of her professional career.

"Tres recuerdos cruciales atraviesan la vida de la cantante. Por un lado, la luna llena, gigante y roja de los atardeceres del Llano y, por otro, la llegada a casa de su padre, quien luego del trabajo, colgaba el sombrero en la pared y descolgaba la guitarra para cantar rajaleñas, guabinas, bambucos, joropos, cumbias y fandangos."

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Tres recuerdos cruciales atraviesan la vida de la cantante. Por un lado, la luna llena, gigante y roja de los atardeceres del Llano y, por otro, la llegada a casa de su padre, quien luego del trabajo, colgaba el sombrero en la pared y descolgaba la guitarra para cantar rajaleñas, guabinas, bambucos, joropos, cumbias y fandangos. Un tercero permanece ingrávido en su memoria: las canciones de Violeta Parra que escuchó en su niñez gracias a una chilena que vivía en Yopal.

A principios de la década de los ochenta partió de la capital de Casanare y se instaló en Bogotá. En respuesta a su fallido intento de estudiar en el Conservatorio, se unió a una tropa de bohemios cantautores que buscaban su personalidad en las músicas campesinas de los Andes y los Llanos colombianos. De allí surgió el dueto Iván y Lucía que dejó para la posteridad “Alba”, una canción que se convirtió en un himno generacional.

Luego del efímero y sorpresivo éxito, Lucía, partió a Nueva York en 1994. Allí debutó con Lucía (Gaira, 1996), un disco en clave de jazz latino, producido por Héctor Martignon e Iván Benavides, su compañero de dueto, quien la ha acompañado intermitentemente en su viaje musical. Sin el ánimo experimental de sus discos posteriores, Lucía fue un momento de transición y la entrada definitiva al difícil circuito neoyorquino de jazz

 

.A este le siguió Cantos religiosos y paganos de Colombia (Intuition, 2000), una grabación vinculada emocionalmente a Manuel Zapata Olivella, quien, a propósito, le puso nombre a un disco producido por el percusionista japonés Satoshi Takeishi.  Desde el título, este registro nos lleva a lugares donde el canto es, al mismo tiempo, ritual y recurso artístico. Pertenecientes todos a la tradición bullerenguera del Caribe colombiano, el complejo rítmico de la chirimía del Pacífico y otros retomados de los Llanos colombo- venezolanos, los cantos allí incluidos le dieron licencia a Pulido para permitirse toda suerte de libertades representadas en gritos, susurros y melancólica sensualidad.

Luego de unos años de silencio, retornó con Dolor de ausencia (Discos FM, 2004), una colección de clásicos de la canción popular latinoamericana pertenecientes al vilipendiado repertorio de Olimpo Cárdenas, Julio Jaramillo y Alci Acosta, titanes de la música cantinera. Inesperado y contrastante con su antecesor y los que vendrían, este es un disco en el que se descuajó para interpretar valses peruanos, boleros, rancheras y pasillos ecuatorianos con sentimiento cauteloso -exento de patetismo- que fluyó de manera tranquila gracias al formato de cámara escogido cuidadosamente para la sesión, la compañía del violinista guatemalteco Sergio Reyes y los soberbios arreglos de Sebastián Cruz, guitarrista con el que por esa época ya conformaban un tándem ideal. Esta veta despechada la retomó años más tarde con El Vicio de Quererte, un ensamble con el que aprendió algunas 'pirekuas', que son cantos en lengua purépecha de Michoacán.

El destino, con su milimétrica precisión, le puso en el camino a Fernando Tarrés y a Benjamim Taubkin, dos músicos con los que revitalizó sus particulares conexiones con el jazz.

“I think Lucía Pulido is one of the most inventive singers

I know, bridging so many different kinds of worlds. She is so deeply rooted in traditional Colombian music and the regional styles, and you can really hear the traditions on her approach, but what I think it's exciting about her is that while never losing sight of all of that tradition she also is an experimentalist and she is interested in moving the art form forward and finding ways to, not only express her own ideas, but also to really work with interesting musicians who bring it in new directions.”

Bill Bragin, ‘agitador cultural’, New York

“La voz de Lucía Pulido tiene un dejo sobrecogedor que hace que la identifiquemos en cualquier estilo al que se apunte: zamba o porro, baguala o bullerengue, lo suyo es un modo de cantar tan propio que termina dejando su huella por encima de los géneros.”

"Lucia Pulido's voice has an overpowering lilt that allows her identity to come through regardless of the type of songs she sings: zamba, porro, baguala, or bullerengue, hers is such a personal style of singing that she ends up leaving her trace above and beyond any genre." 

 

Juan Carlos Garay, Colombia

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Lucía Pulido y Erik Friedlander, festival Glatt & Verkhert en Krems, Austria 2016

A decir verdad, Lucía Pulido no canta jazz. Por eso resulta paradójico que muchos de sus proyectos estén relacionados con esta música elástica y permeable. Su trabajo con el guitarrista argentino Fernando Tarrés –condensado en la trilogía Songbook (BAU Records), grabada entre 2005 y 2011- parte de una conjunción arriesgada entre jazz de corte camerístico e improvisación libre, que les permiten pasearse, sin concesiones, a través del folclore sureño, canciones populares latinoamericanas y sonoridades raizales del Caribe y el Pacífico colombianos.

Algo similar sucedió con América Contemporánea, una idea del pianista brasileño Benjamim Taubkim que reunió a Siba, Aquiles Báez, Álvaro Montenegro, Christian Gálvez, Luis Solar Narciso y Lucía Pulido. Junto a ellos grabaron Um outro centro (Núcleo Contemporáneo, 2006), emotivo registro fonográfico que, más allá de evocarnos pasados remotos, nos conecta con canciones plenas de presente.

 

Entre estas dos escalas panamericanas, la cantante presentó Luna menguante (Adventures Music, 2008), un álbum nocturnal en el que interpretó algunas canciones que años antes Manuel Zapata Olivella le había “regalado” con la condición de hacer con ellas lo que le dictara su bendita intuición.

 

Con los arreglos de Sebastián Cruz, este compendio taciturno de cantos de velorio y vaquería, tonadas llaneras, gritos de monte, sones chocoanos y bullerengues contiene una secreta correspondencia con Por esos caminos (2011), disco que evoca canciones tan iridiscentes como sombrías. Desde la desgarradora “Por qué me pegas”, de Etelvina Maldonado hasta la pintoresca retahíla “Señor Pascual”, pasando por su estremecedora versión de “El calavero”, de Edson Velandia, Lucía Pulido recorre su genealogía del sonido y nos revela arcanos y fuerzas proverbiales.

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No hace mucho que Lucía cambió el estruendo por el sosiego. Aunque Nueva York continúa siendo un espacio privilegiado para la creación, pasa sus días en Malinalco, un pequeño pueblo localizado al sur del Estado de México. Allí, en esa cálida geografía de donde brotan insólitos mezcales, inventa adornos hechos con cintas de colores y continúa su búsqueda sonora que ahora reposa en la desnudez de Corazonantes, un trío junto a Misha Marks en el que descomponen y remozan viejas canciones del repertorio popular colombo-mexicano.

El canto es una forma de espiritualidad que le sirve a Lucía Pulido para develar su devenir, imponerse a la nostalgia de músicas pretéritas y experimentar con su voz, que, al decir del poeta y filósofo español Ramón Andrés, “es capaz de nombrarlo todo”.

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